La primera
bandera
La
bandera celeste y blanca se enarboló por primera vez, durante las luchas por la
Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en las Barrancas
de las Ceibas, a orillas del río Paraná, junto a los soldados de las baterías
Libertad e Independencia, que lideraba Manuel Belgrano, jefe militar del
Ejército del Norte, destinado a resistir el avance realista desde el Alto
Perú.
Esa primera bandera fue
confeccionada a mano por María Catalina de Echeverría de Vidal, hermana
de José Vicente de Echeverría, compañero de Belgrano en la misión al Paraguay.
La primera versión tuvo solo dos franjas: una blanca por el lado del asta
y otra celeste por fuera. El trabajo le demandó a María Catalina cinco
días, en los que trabajó en colaboración con dos vecinas, cuyos nombres
quedaron en el olvido.
La mujer además asistió a la
ceremonia de jura, aunque no era común que las mujeres participaran en
ceremonias militares.
El 20 de julio de 1816, luego de la
Declaración de la Independencia, los diputados Juan José Paso y Esteban Agustín
Gascón, solicitaron que se aprobara su uso oficial: una bandera
celeste y blanca con tres franjas horizontales.
Dos años más tarde, en 1818, se le
incorporó el llamado Sol de Mayo, un sol como distintivo de reminiscencia
incaica en el centro de la franja blanca. Es nuestra bandera oficial, pero
estaba reservada a los edificios públicos y al Ejército. Hasta que en 1985,
durante la presidencia de Raúl Alfonsín, se dictó la Ley 23.208 que estableció
que solo existe una bandera para todos los argentinos y las argentinas, de
manera tal que cualquier particular o empresa privada pudiera flamearla, como
ocurre actualmente.
En cuanto a la fecha del 20 de junio como Día de la Bandera, la misma se instituyó por decreto en 1938, por el entonces presidente de la Nación, Roberto Marcelino Ortiz.