Un poco de Historia

La Iglesia “Nuestra Señora de los Remedios”

El solar antiguamente perteneció a la Iglesia Nuestra Señora De Los Remedios (hoy San Miguel Arcángel), de la orden de Los Salesianos, en 1760. Los registros nos remontan al Padre José González Islas, creador de una Hermandad y colegio de huérfanos, que luego vende sus bienes para comprar la “Chacra de los Remedios”, donde alojó a  once huérfanos, a cargo de Teresa Bazán.


La Chacra de los Remedios


Las internas cultivaban allí frutas y verduras de las cuales se alimentaban, además hacían guantes, medias, flores artificiales, cosían y lavaban por encargo.
El Padre González Islas dirigía las obras de restauración del nuevo templo de San Miguel, manejaba el colegio, y se ocupaba del entierro de pobres y ajusticiados.

Para 1770 la chacra contaba con 200 internas, alojadas en el casco de la estancia central del predio que se extendía entre las calles Lacarra,
Alberdi, Olivera y probablemente Eva Perón.



El desarrollo del trabajo del sacerdote le permitió recibir ocho cédulas Reales con una pensión para incorporar a la obra y una botica de remedios gratuitos para internos y pobres. La chacra se transformó en un lugar de culto y peregrinación a la virgen de los Remedios, por parte de enfermos y desventurados de la zona.
El padre González Islas muere en 1801, y la comunidad debe sobrevivir a los embates políticos de la revolución sin la dirección de su mentor y creador.
El ministro Rivadavia, en 1822, confisca los bienes de la orden  para  fundar una sociedad estatal, y la chacra que había perdido su administración quedará varios años en espera, hasta aproximadamente 1926, (cuando Rivadavia es presidente), que se la arrenda a Domingo Olivera y Baraona (oriundo de Ambato, Ecuador).


El tambo de los Olivera y el pedido a la Virgen

Es así como se inicia el segundo gran capítulo, donde aparecerá definitivamente el edificio de nuestra institución. 
Domingo Olivera y su esposa Dolores Feliú iniciarán su emprendimiento con un tambo de 50 vacas, asociados con Clemente Miranda, y más tarde se incorporará forestación, ganado ovino, un molino y una panadería.
Cuentan que un buen día, las vacas se perdieron, y la familia se desesperó.
La familia prosperará y tendrá 7 hijos, quienes luego continuarán con sus proyectos.

Doña Dolores  encontró en un desván la imagen de la Virgen De Los Remedios, a quien pidió que subsane la desgracia acontecida. Es así que un peón encuentra  las vacas cerca de Morón.  Doña Dolores restaura entonces la Virgen, colocándole un manto de hilo de plata, y la coloca en el vestíbulo de la casa con una verja para su adoración. Es así como comienza a difundirse el culto a Nuestra Señora De Los Remedios, y los Olivera autorizan que por la tarde lleguen los fieles  y tengan permiso para orar allí.

El conflicto de los Olivera con Rosas

Por ese entonces, la chacra tenía una legua de fondo, 1750 varas de frente, terminando en la actual calle Gregorio De La Ferrere. Por Lacarra circulaba el camino del ganado, y llegaba a la casona principal, (hoy la casona del parque Avellaneda, casco principal de la estancia). La posición liberal de los Olivera entró en conflicto con la aparición de Rosas en el poder. La costumbre de Don Domingo de cruzar el predio con “bastón paisano” para leer los textos de Moliere, o el Cid Campeador, junto a un árbol, tuvo que ser suspendida por las amenaza de la MAZORCA. L as huídas de la familia, a través de los campos de Pastor Obligado, para llegar a su casa de la ciudad (la primera en la actual calle Tacuarí y después en Defensa) motivó  que dejaran como administrador a Matías Ganaro, quien también será intimidado y finalmente los Olivera volverán a vivir en  la Chacra, haciendo frente a la situación. 
Un encuentro fortuito entre Olivera y Rosas (según se cuenta en las actuales Alberdi  y Olivera), en el cual se  arregló el paso de las caballadas del Restaurador, y que finalmente condujo a la paz entre la familia y Rosas.

Las generaciones siguientes y la formación de Villa Ambato

Nicanor, (hijo menor de la familia), dirigió la finca luego de la muerte de su padre en 1866. Eduardo Olivera, hermano del anterior, incorporará la cruza del ganado ovino Lincoln con Añapinday, siendo además uno de los creadores de la Sociedad Rural Argentina. A Nicanor Olivera se le atribuye el plantado de Olmos y Eucaliptus, los cuales quedan en el actual Parque Avellaneda.
Los Olivera son vinculados con importantes familias de la época, como los Ramos Mejía, los Alvear,  los Madero, los Huergo. Influenciados  por sus contactos en Europa, deciden, luego de la Organización Nacional, la construcción de un nuevo edificio.  Este tendrá un aire más urbano, y de gala, con una escalera importante que conduciría a las habitaciones de la familia en un piso superior, en el sótano se encontraba el lugar de trabajo de los empleados, cocinas, maleteros, y en el lateral derecho del edificio, una entrada resguardada para los carruajes. Su ingreso se ubicaba en las actuales calles Lacarra y Av. Alberdi. Este predio era conocido como Villa Ambato. A fines de siglo XIX  la propiedad estaba a cargo de Domingo Olivera Ramos Mejía, hijo mayor de Nicanor. A principios de siglo XX el crecimiento de la ciudad, y aumento de los impuestos, obligará a la familia, heterogénea y ya disgregada, a deshacerse de la chacra. Pero lo hará con el deseo del viejo Nicanor, que decía que si tuviera que enajenar la propiedad,  se la daría a la misma sociedad con la que había trabajado.  Por lo tanto en 1912  donan al estado el lote principal como parque público, que en 1914 se inaugura como PARQUE OLIVERA. Sara Olivera y Huergo, entregan  una manzana para el culto a Ntra. Sra. De Los Remedios, donde tiempo más tarde se hará también un colegio, y Domingo y Mariano Olivera, entregarán la VILLA AMBATO, para realizar colegios públicos. Entre estos, en 1924 aparecerá nuestra escuela.